Justo Aliounedine Pouye Nguema es un joven activista que desde hace décadas viene utilizando diferentes disciplinas artísticas como herramienta de reivindicación. En sus múltiples facetas, utiliza el pseudónimo de VRUS para recoger en un diario pictórico toda una trayectoria de construcción y creación. Una muestra de colores, texturas y formas que dan sentido a su evolución, como artista y como persona. 

Recién llegado de la Bienal de Hong Kong (China), VRUS expone ahora sus obras en MADRID AFRO como arranque de un proyecto necesario para el reconocimiento público de Artistas Afro que en raras, o ninguna ocasión, veremos en los grandes museos nacionales. 

Sin género de dudas, el dominio del bolígrafo para realizar dibujos son su gran fuerte, desde donde va reflejando el mundo de la afroespañolización, entre el tormento y la búsqueda de salidas para la libertad. Cajas enrejadas, perfiles humanos afro, pasillos que conducen al más allá son algunas de las imágenes cíclicas que también se repiten en sus cuadros y que desde una óptica crítica traslada su mirada fang al resto del mundo. Esos ojos, tan característicos de su Pueblo originario que reproducen el arte de sus antepasados. 

Pero el arte de Justo se extiende más allá de las manos. Compositor y cantante, Nguema sube a los escenarios como Yast Solo. Iniciada su carrera musical con apenas 13 años se estrenó con el grupo Anarquía Positiva, que fusionaba rock y rap con claros tintes críticos. Tal y como se desprende hoy de su música para continuar con mensajes reivindicativos y de denuncia social. 

Claro defensor de la transculturalidad musical, se le ha visto recientemente participando en el lanzamiento del nuevo disco de Amistades Peligrosas acompañando con la percusión en uno de los temas que hace dos décadas fueron símbolo de denuncia social "Africanos en Madrid".

Justo, VRUS, Yast Solo o el Sr. Nguema al frente de este Proyecto Piloto, es un profesional que no duda en adelantarse a los ritmos africanos de su comunidad para lanzar mensajes claros de reclamo de lo legítimo, ese derecho de ciudadanía en igualdad de condiciones que ha sido secuestrado de los libros de texto y de la propia historia. 

Porque lo que no se nombra no existe, y tal vez por eso reivindica la necesidad imperiosa de que la cultura afroespañola empiece a nombrarse como parte implicita de la identidad nacional, como derecho legitimo y constitucional.